Nuestras Cholitas buscan conquistar el Monte Everest, llevando consigo identidad, cultura y un mensaje de empoderamiento desde Bolivia hacia el mundo.
Desde 2015, un grupo de mujeres indígenas aimaras ha desafiado los límites del alpinismo tradicional en Bolivia. Vestidas con su atuendo característico —polleras, aguayos y sombreros—, las Cholitas Escaladoras no solo han conquistado picos emblemáticos como el Huayna Potosí o el Illimani, sino que también han roto estereotipos de género, clase y etnia en la práctica del montañismo. Hoy, su objetivo es uno de los más ambiciosos: alcanzar la cima del Monte Everest.


Orígenes de una hazaña con identidad
El movimiento comenzó cuando un grupo de mujeres, muchas de ellas cocineras y porteadoras en expediciones de montaña, decidió tomar el control de la cuerda y del ascenso. Su experiencia previa, junto con un profundo conocimiento del territorio andino, les permitió escalar montañas icónicas de Bolivia. Así nacieron las Cholitas Escaladoras, un colectivo que hoy inspira a nivel internacional.
Escalar con pollera: tradición y resistencia
Lo que distingue a estas montañistas es su elección de mantener su vestimenta tradicional durante las expediciones. Más allá de lo simbólico, esta decisión representa un acto de resistencia cultural frente a los estándares globales del deporte. Escalar con pollera es, para ellas, una manera de honrar sus raíces y de mostrar que la fuerza y la tradición no están reñidas con el rendimiento físico.


El Everest como nuevo desafío
En 2024, las Cholitas anunciaron su objetivo de llegar al Everest, la montaña más alta del mundo. La expedición implica grandes retos técnicos, físicos y logísticos, por lo que han iniciado una campaña internacional de recaudación de fondos. Su meta no es solo alcanzar la cima, sino hacerlo visibilizando una causa que combina empoderamiento femenino, lucha por la igualdad y amor por la naturaleza.
Apoyo y visibilidad: una expedición colectiva
Actualmente, la campaña de financiamiento está activa en línea y cualquier persona puede contribuir. La expedición no solo representa un hito deportivo para Bolivia, sino también un mensaje poderoso desde los Andes al mundo: las mujeres indígenas también hacen historia.